La sopa de cebolla francesa es un plato muy clásico y nutritivo. Ideal para otoño e invierno, calienta, reconforta y apetece muchísimo en los días más fríos. Por su versatilidad, se ha convertido en un plato humilde y económico y que, a la vez, viste mucho en la mesa: puede servir para una cena de entre semana servida como plato único y también para una celebración, como primer plato.Dale el toque de gracia colocando las raciones individuales en unos bonitos ramequines, perfectos para ir al horno y gratinar. Podréis llevarlos a la mesa y disfrutar del menaje.
En la superficie de la sopa, poner un par de rebanadas finas de pan tostado, que si se quiere pueden estar untadas con un poquito de ajo.
Añadir por encima abundante queso y gratinar unos 2 o 3 minutos.
Notas
La sopa se puede hacer con el caldo que queramos: de pollo, de verduras o de pescado o bien solo con agua como en este caso. Para obtener láminas finas de cebolla, hemos utilizado la mandolina regulable de kyocera con el corte más fino.