Síndrome de déficit de atención en primera persona: Francisca Aranda

Habitualmente el TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad se relaciona con un trastorno infantil. Entre las características que diagnostican este síndrome encontramos que sus síntomas comienzan antes de los 12 años. Pero eso no significa que personas adultas puedan padecerlo igualmente, no habiendo sido diagnosticadas en su infancia y no habiendo recibido ningún tratamiento.

Es el caso de Francisca Aranda que nos explica cómo fue su infancia, cómo pudo reconocer la patología ya siendo adulta y cómo la alimentación le ayudó a superarlo y la formación en macrobiótica le permitió comprenderlo.

Conasi: Hola Francisca, agradecemos que compartas con nosotros tu caso, en el que muchas personas pueden verse identificadas, tanto adultos como padres de niños con TDAH. Nos gustaría que nos explicases de qué forma el TDHA condicionó tu infancia.

Francisca Aranda:  Hola, gracias a vosotros por darme la oportunidad. Mis recuerdos de la infancia son los de una niña que estaba siempre divagando por las nubes. En el colegio era incapaz de seguir las explicaciones que se daban en clase. En casa tenía que leer una y mil veces aquellos textos que no conseguía retener en mi memoria. Aún hoy me cuestiono cuánto esfuerzo invertí para conseguir finalizar el Bachiller. Me creía menos inteligente que mis amigas, que conseguían sobresalientes y notables. Recuerdo que mi madre me decía: eres inteligente pero vaga.

C: ¿Qué tipo de alimentación tomabas?

F.A.:  Mi alimentación se basaba en azúcares simples, devoraba todo tipo de bollería, tortas de aceite, roscos, magdalenas. ¡También hubo un tiempo en el que me bebía la leche condensada a cucharadas! Me acuerdo que por ese tiempo llegaron los yogures y el «Tulipán» al pueblo. También consumía mucha fruta en cualquier estación, en mi casa se guardaban melones, caquis, manzanas en invierno… había fruta todo el año.

A los 18 años eliminé el pan de mi alimentación, por ese dicho popular de que engorda, aunque yo no lo estaba. Lo que me pasaba era que tenía necesidad de comer muy a menudo. Cuando no tomaba azúcares me sentía de mal humor. Vivía en un continuo despiste y esforzándome para llevar una vida normal; siempre andaba bostezando, cansada, necesitaba dormir muchas horas. Sentía mucho frío en invierno y en verano también tenía frío por la noche, menos, pero siempre andaba con una chaquetita. Era extremadamente sensible, lloraba a cada dos por tres. Y lo más importante, que no sabía conducir mi vida de una forma sensata.

Enuncio todo esto porque el déficit de atención es solo uno de los desequilibrios que provoca una alimentación desequilibrada, en este caso era por exceso de alimentos yin y yin extremo. Pero en el fondo hay una serie de problemas ligados, yo diría prácticamente todos de origen físico y psicológico, que podrían evitarse siguiendo unas sencillas pautas de alimentación macrobiótica.

C: ¿De qué forma encontraste la alimentación macrobiotica?

F.A.:  El día que empezó a cambiar mi vida fue cuando por una serie de problemas físicos visité a un naturópata. Él me recomendó hacer un ajuste en mi alimentación y me introdujo en la alimentación macrobiótica.

Era el primer día que desayunaba algo diferente… un pan integral de la mejor calidad con tahín, umeboshi y té bancha. Recuerdo que sentí una oleada de sabores tan diferentes que me llenaban el paladar y me sabían de maravilla!

C: ¿Cuáles fueron los cambios más notables que experimentaste?

F.A.:  En pocos días noté como esa burbuja que me acompañaba cada día, esa sensación de estar en un lugar pero no estar plenamente consciente, desaparecía. Pasé de invertir mucha energía en centrarme, a estar más concentrada de forma natural. Mi estado físico mejoró enormemente, los bostezos desaparecieron, cada día tenia más energía y ganas de nuevos proyectos.

Hoy me cuestiono a veces cómo hubiese sido mi vida con una alimentación equilibrada desde pequeña (incluso desde antes de la gestación, ya que también la alimentación de ese período influye en el intelecto). Muy diferente, seguro… pero doy gracias al universo porque a raíz de esos problemas encontré la filosofía de la Macrobiótica que hoy me acompaña .

Me siento una persona realizada, polifacética, llena de entusiasmo y dueña de mi vida. Antes la vida me llevaba a su azar, ahora soy yo la que elige el camino.

C: ¿Crees que cualquier persona, niño o adulto, que padezca de problemas de déficit de atención puede mejorar a través de la macrobiótica?

F.A.:  Cualquier persona con déficit de atención, falta de memoria, despiste o como quieran llamarle, es debido en un porcentaje muy alto a un consumo de alimentos de energía yin. Es decir, un exceso de los alimentos que he enumerado antes, además de otros como zumos, lácteos, mantequillas, aceites, medicamentos, exceso de especies, exceso de alimentos crudos, germinados…

La forma de cocinar los alimentos también influye en un buen equilibrio. Hay que alternar entre las más de 20 formas de preparar un alimento, dependiendo del estado de cada persona y de la estación.

Gracias Francisca por tu aportación, en la que seguro que muchas personas se verán reflejadas y puede animarles a dar el paso de adoptar una alimentación equilibrada. 

TDHA - entrevista a Francisca Aranda
Francisca Aranda mientras cocina un plato macrobiótico

 

Aïda Lirola - CONASI - Publicaciones
Naturópata, especializada en cocina saludable. Formada en dietética y nutrición, macrobiótica, dietética china y tradiciones culinarias. Focalizada en los últimos años en la fermentación y la agricultura ecológica. Complementa su vocación y profesión con el estudio y aplicación de la aromaterapia y el ayuno como herramienta de salud. Desde el año 2016, comparte camino, pasión y aprendizaje en conasi como asesora, además de elaborar contenidos y realizar demostraciones de cocina saludable.

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